Some days are diamonds, some days are rocks
"Walls" , Tom Petty
Tras haberme ido a dormir con los Lunnis ayer con el buen propósito de llegar a mi ineludible cita en la oficina de empleo, me encuentro con que la única que está despejada soy yo: ni el gruñón de Pakito ni el día lo estaban; me he subido al autobús con niebla y a las diez, la ciudad de los zapatos y las galletas seguía pareciendo un pueblo de aquellos de la Hammer con monstruos acechando por las esquinas. Es más, creo haber hecho cola con alguno de ellos...una vez sellada la tarjeta, he estado mirando los tableros con escasas ofertas clavadas y recogiendo folletos sin demasiado afán, mientras pensaba cuál iba a ser mi primera pregunta: una vez más he quedado como el típico personaje alleniano que no sabe ni en qué hora vive - hasta me han dicho "Tenemos cursos de todo, de astronauta también" ...>_< ¡¡OUCH!!- por culpa de mis continuas idas y venidas, tanto literales como figuradas.
De todas formas, he acabado preguntando qué tenían relacionado con la hostelería, a fin de aprovechar mi experiencia al menos...cuando han visto que tenía el COU y todo, ¡fíjate! :P, pues ya se han diluido aquellas miradas entre el cachondeo y la compasión, y la amable secretaria me ha enseñado información sobre módulos: resulta que hay uno de recepción que incluso podría hacer en un año y es en el instituto de mi ciudad, en el que ahora que lo pienso, no puedo ser muy bien recibida, tras cierto escándalo pseudoperiodístico a nivel local acaecido por mi causa, cuando yo me hallaba allí insistiendo absurdamente en ser contable o algo...pero ya haremos un post sobre eso cualquier día. Esperemos que nuestra particular mafia hotelera no esté tan extendida ni sea tan grande su poder, de todas formas, la mayoría son unas momias y la diñarán en un máximo de cinco años, sí las últimas noticias son que si un desprendimiento de retina por aquí, que si un infarto por allí...se están deshaciendo. Sólo hay que tener un poquito de paciencia.
A pesar de lo lúgubre de la mañana y del desánimo inicial que me ha acometido tras salir de las oficinas, me he ido animando y después de un desayuno en un café bonito de los que me gustan, con atmósfera decadente y medio modernista, me he paseado pensando en el consejo de mi madre sobre "Cómprate algo anda, pero no sé que te vas a comprar, que tienes de todo"...así que he acabado en la librería, total como no volveré a sellar hasta mayo, me he dicho que mis últimas compras de las rebajas iban a consistir en un par de libros. Encima, persistía en mí la idea de que si aún tuviera la perspectiva casi segura de trabajar en mi hotel de siempre, no tendría esa sombra de incertidumbre constante flotando alrededor del resto de mis pensamientos que ahora vuelve a ratos, mientras no consigo decirme a mí misma, ánimo, encontrarás otro trabajo, saldremos de ésta, lo hemos hecho antes etc.
Pero en aquella humilde tienda regentada por lo que parece ser una de aquellas austeras profesoras de catalán del instituto, con su pelo corto y gris y un ligero rictus de amargura en la expresión -es que las mías eran todas así, no sé las de ustedes vosotros- me aguardaba una sorpresa: en el minucioso y placentero repaso a las estanterías he hallado por fin "Las edades de Lulú" de Almudena Grandes y me la he agenciado, Lulú se viene a casa conmigo :P (JO JO JO)...la hubiera querido leer antes de comprarla, pero confiamos en Almudena, así que venga, por fin uno de esos tomos rosas en mi biblioteca. Apenas podía contener la curiosidad y he ido leyendo breves fragmentos en el café antes de irme y en el bus mismo, a fin de captar la intensidad del tema :P...además me he agenciado también una trilogía entera en edición bolsillo, que me ha salido por unos treinta euros; se trataba nada menos que de Gerald Durrell contando las peripecias de su familia en Corfú, quizá una de las trilogías en las que más he pensado en estos años, añorando su infinita ternura y obviando lo colonialista de la actitud de la familia Durrell para con los griegos. No podía dejar allí tamaña oportunidad de adquirir algo que tantas veces lamenté tener que devolver a las bibliotecas de mi vida.
Podría haberme comprado "Nueve semanas y media", que también andaba por ahí, la vez que la abrí en la biblioteca sólo me dió tiempo a leer que Kim Basinger se estaba comprando una lechuga en el supermercado, seguramente para meterla en la nevera con fines oscuros...y luego un picardías, no te fastidia. :P