*Escribí este artículo en enero del 2001, para la revista del pueblo: lo he rescatado para ofrecer una muestra de cómo escribo en catalán, con su correspondiente traducción, y ya de paso, hablar de esta interesante película, no muy conocida o recordada, me temo, a pesar de que no ha pasado ni un lustro sobre ella.
Ja en parlàrem el mes passat, però després de veure la esplèndida adaptació que ha fet Agustí Villaronga, me tem que no va ser correcte recomanar la versió cinematogràfica de El mar, de Blai Bonet, als ganduls. En tot cas, shauria de receptar a tothom que quedi confós per les críptiques visions de la novel.la; una de les moltes qualitats daquest film consisteix en aclarir els punts més obscurs de la història sense trair-ne la metáfora ni lesperit.
Una vegada més, he dadvertir que la especial duresa dalgunes situacions pot ser difícil de pair per molta gent; quedau avisats i sapigueu que qui sinterna davall la superfície ho fa pel seu compte i risc. No em responsabilitzaré de cap trauma posterior, encara que pensi que tots els que estiguin acostumats al cinema modern, ni ho notaràn: els amants de les pel.lícules més aviat roses poden seguir en el seu paradís de plàstic.
Començarem pel fons: Argelús és un imaginari poble de linterior de lilla, immers dins la Guerra Civil, circumstància que marcarà les vides de tres nins, que coincidiràn deu anys després dins Caubet, un sanatori per a tuberculosos. Manel Tur i Andreu Ramallo en seràn dos pacients, més turmentats mentalment que de manera física, mentre que el personatge de na Francisca es convertirá en una jove novícia, els ulls innocents i horroritzats del públic. Fins aquí o puc contar: no seria considerat revelar la tragedia que els durà a tots a un final no per esperat, menys colpidor.
Villaronga ha tingut la gran intel.ligència dafegir diàlegs aquí i allà, a més de reforçar el paper de na Francisca, que al text de Bonet no té tanta importancia, i amb penes és un apunt. Magradaria destacar el debut duna nova actriu mallorquina, la jove Mª Antònia Torrens, nominada a un Goya, i perfecta encarnació de la dolcesa i duna bellesa molt nostra; tots coneixem qualcú així. El treball de Bruno Bergonzini (Manel) i Roger Casamajor (Ramallo), és també duna qualitat admirable, mereixedora de qualsevol tipus de distinció. Altres intèrprets són estrelles locals com Simó Andreu, lactor pobler, i personalitats de la música com Maria del Mar Bonet i Llorenç Santamaria en aparicions especials, a més de na Angela Molina, que ja sortia a Bearn. Gran part de limpacte aconseguit es basa en la atmosfera opresiva i el contrast de la llum mediterrània amb la foscor i la brutalitat dels sentiments dels al.lots, monstruosament reprimits per un concepte castrador de la religió catòlica. Si a més, es té aquell terror especial als hospitals i el seu blanc enlluernadorament sinistre, aquest color precís és el representat per una fotografia excelsa, acompanyat per els blaus feixistes del mar enyorat per Ramallo, i el roig esfereïdor de la sang, amb uns pinzellades suaus d´humor negre.
Així i tot, no resulta fácil enviar-se aquesta píndola: als alemanys del Festival de Berlín els va quedar atravessada a la gola i encara hi deu ser. Si fossin un poc més humils, reconeixirien que això és una pel.lícula, i no aquell desastre de Ballermann 6, sobre les seves edificants activitats nocturnes allà per lArenal.
Per primera vegada, resulta realment estrany veure un film daquestes característiques en castellà; si fos posible, seria molt millor escoltar les veus originals dels personatges, tot i que semblava que shavien doblat ells mateixos, amb una mica daccent i algun uep! que li escapava a un extra pels pasadissos.
De totes les escenes, la que més me va agradar és el moment en el qual Francisca i Ramallo arraconen les monedes escampades en terra, i ella li diu que si volgués donar la esquena a la gent, shagués fet monja de clausura, i no estaria amb ell recollint pessetes. Potser és el minut més tendre dins tota aquella negror, una illa en tots els sentits, la terra desconeguda i gòtica on sempre hem viscut, ara plena de secrets i mentides, gravats amb foc blanc a les neurones.
MÁS ALLÁ DEL MAR
Ya hablamos de ello el mes pasado, pero después de ver la espléndida adaptación que ha hecho Agustín Villaronga, me temo que no fue correcto recomendar la versión cinematográfica de El mar, de Blai Bonet, a los gandules. En todo caso debería recetarse a todo el que quede confuso ante las crípticas visiones de la novela; una de las muchas cualidades de este film consiste en aclarar los puntos más oscuros de la historia sin traicionar ni su metáfora ni su espíritu.
Una vez más, he de advertir que la especial dureza de algunas situaciones puede ser difícil de digerir para mucha gente; quedad avisados y sabed que quién se interna bajo la superficie lo hace por su cuenta y riesgo. No me responsabilizaré de ningún trauma posterior, aunque piense que todos los que estén acostumbrados al cine moderno, ni lo notarán: los amantes de las películas más bien rosas pueden seguir en su paraíso de plástico.
Empezaremos por el fondo: Argelús es un imaginario pueblo del interior de la isla, inmerso en la Guerra Civil, circunstancia que marcará las vidas de tres niños, que coincidirán diez años después en Caubet, un sanatorio para tuberculosos. Manel Tur y Andreu Ramallo serán dos pacientes del mismo, mientras que el personaje de Francisca se convertirá en una joven novicia, los ojos inocentes y horrorizados del público. Hasta aquí puedo contar: no sería considerado revelar la tragedia que los llevará a todos a un final no por esperado, menos conmovedor.
Villaronga ha tenido la gran inteligencia de añadir diálogos aquí y allí, además de reforzar el papel de Francisca, que en el texto de Bonet no tiene tanta importancia y es apenas un apunte. Me gustaría destacar el debut de una nueva actriz mallorquina, Mª Antonia Torrens, nominada a un Goya, y perfecta encarnación de la dulzura y de una belleza muy nuestra; todos conocemos a alguien así. El trabajo de Bruno Bergonzini (Manel) y Roger Casamajor (Ramallo) es también de una calidad admirable, merecedor de cualquier tipo de distinción. Otros intérpretes son estrellas locales como Simón Andreu, el actor de Sa Pobla, y personalidades de la música como María del Mar Bonet y Lorenzo Santamaría en apariciones especiales, además de Angela Molina, que ya salía en Bearn. Gran parte del impacto conseguido se basa en la atmósfera opresiva y el contraste entre la luz mediterránea y la oscuridad y la brutalidad de los sentimientos de los chicos, monstruosamente reprimidos por un concepto castrador de la religión católica. Si además se tiene aquel terror especial a los hospitales y su blanco deslumbrantemente siniestro, este es el color preciso representado por una fotografía excelsa, acompañado de los azules fascistas del mar añorado por Ramallo, y el rojo estremecedor de la sangre, con suaves pinceladas de humor negro.
Así y todo, no resulta fácil tragarse esta píldora: a los alemanes del festival de Berlín se les quedó atravesada en la garganta, y aún debe estar ahí. Si fuesen más humildes reconocerían que eso es una película y no ese desastre de Ballermann 6*, sobre edificantes actividades nocturnas allá por El Arenal.
Por primera vez, resulta realmente extraño ver un film de estas características en castellano; si fuera posible, sería mucho mejor escuchar las voces originales de los personajes, aunque parecía que se habían doblado ellos mismos, con un poco de acento y algún Uep!** que se le escapaba a un extra por los pasillos.
De todas las escenas, la que más me gustó es el momento en el que Ramallo y Francisca esconden las monedas esparcidas por el suelo, y ella le dice que si quisiera dar la espalda a la gente, se hubiera hecho monja de clausura y no estaría con él recogiendo pesetas. Puede que sea el minuto más tierno dentro de toda aquella negrura, una isla en todos los sentidos, la tierra desconocida y gótica dónde siempre hemos vivido, ahora llena de secretos y mentiras, grabados a fuego blanco en las neuronas.
*"Balneario 6", comedia alemana de dudosa gracia para cualquier mallorquín, probablemente pagada por hoteleros, me apuesto el moño...
**Interjección típica de los amables lugareños/ sucios indígenas :P
***Algunas aclaraciones más:
Simón Andreu participó en los años sesenta en películas experimentales con Vicente Aranda, y en películas de los años del destape, para acabar de padre pescador y conflictivo de Pedro en "Un paso adelante"...aunque también ha sido esbirro de malo de James Bond, que siempre viste más.
Lorenzo Santamaría cantaba aquello de "Para qué no me olvides" , una de esas canciones favoritas de muchas madres sesenteras, ahora sesentonas, y María del Mar Bonet es una de las mejores voces de la Cancó Catalana y formó parte de los Setze Jutges.