May 12, 2004

I SHALL SAY IT ONCE

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Hasta el rabito de la boina del capital y sus miserias: Mallorca para los alemanes, yo no la quiero.


"Sólo lo diré una vez"...aunque lo repetiré todas las que haga falta, como los buenos profesores: mientras continuo esa crónica que se me resiste -me falla la capacidad de síntesis, como sabrán los cuatro sufridos lectores habituales de este blog- me gustaría exponer algunas conclusiones a las que voy llegando tras la escalada de problemas laborales y lecturas de opiniones diversas sobre lo bueno que es un gobierno de derechas -el que hemos tenido siempre aquí en la Roca, gobierne quién gobierne- que han acabado por enfurecerme hasta el punto de pensar en empezar a escribir alguna que otra opinión en el coche de un superior con una llave...siempre podría sublimarlo robando por fin un enano de jardín o dos. En el camino al puerto hay unos muy apetecibles, pero no son de colores, y no sé si allí vivirán empresarios, hoteleros y demás peña deleznable, no quisiera quitárselos a unos pobres trabajadores alienados por la pretensión de aparentar riqueza, que bastante tendrán ya con eso, los pobres.

Sobre el tema laboral, este mediodía en el telediario de Telebingo me han dado la puntilla: la noticia de que por la dudosa política empresarial de ir contratando mano de obra barata entre los inmigrantes ilegales más la lógica desunión y el miedo entre los trabajadores había llevado a que los sueldos en hostelería, construcción y agricultura fueran más bajos que hace ocho años me ha sublevado aún más si cabe que mi actual situación en el trabajo, que no es noticia pero debería serlo, y podría acabar siéndolo si no logro resolverlo de alguna manera civilizada que no incluya un bote de gasolina, un mechero y una camiseta negra que ponga "Muerte al opresor" en blanco.

A mí también me pagan menos de lo que deberían y me hacen perrerías mil, tales como obligarme a seguir un horario mutante que incluye gracias como salir a las doce de la noche y presentarte a las ocho de la mañana del día siguiente, con la excusa de que tenemos que aprender, aquí la que fue mi jefa en su día en mis anteriores apartamentos y servidora, que se teme seguir siendo ayudante de recepción Torrance, con el hacha cada vez más afilada...resulta que en este nuevo aparthotel nos ha tocado un directora neurótica que paga con nosotras su manifiesta incompetencia para el puesto y pretende demostrar la nuestra calificándonos como tales en público -el otro día nos llamó lentas sólo porque dimos prioridad a los clientes antes que a un camarero que pedía cambio, cosa que nos dejó heladas-, exigiéndonos que nos adaptemos en cuatro días a un ritmo frenético comparado con aquella enojosa languidez decimonónica a la que sucumbimos durante tres años en ocho horas que no pasaban nunca, gritando histéricamente por teléfono que necesita gente más competente delante de mi pobre compañera indefensa, sólo porque se le ha colgado un programa del ordenador, o lo que ya es inadmisible del todo: telefoneando y diciendo que si necesita gente con más preparación o susurrando a una guía en nuestras narices que si esta chica es malísima - señalándome con la cabeza, increíble- y que si la otra es fija y no tenemos más remedio, que hemos cerrado un hotel...además, como todos los trepas consumados, actúa como si el negocio fuera suyo y se va a las oficinas, a La Central, a quejarse de los propios socios de la hotelera, que desde luego son la Cosa Nostra en pleno, pero no dejan de ser los propietarios.

Por si esto no fuera suficiente, al menos en dos ocasiones he descubierto que me ha ocultado información adrede para inducirme a cometer fallos y por ello he resuelto que procuraré obtenerla de mi compañera, que la otra aún no sé de que pie cojea. Además, aún no hemos firmado ningún contrato y llevamos diez días trabajando...quizá pretenden convertir nuestra jornada laboral en un infierno, a ver si renunciamos, o esta miserable se cree que quiero ser cabeza de ratón a cualquier precio, y encima creerme que me va a salir bien, como ella. Pues por mí como si vende su primogénito a la empresa, porque pienso quedarme hasta octubre, así tenga que enfrentarme a todos y a todo. No es mi especialidad, lo sé, me da su miedito de siempre, pero no me va a quedar otra.

Una de las consecuencias de la debacle de este año ha sido que, por jugar con dos ex-compañeros míos, a ver cuál se podían quedar con peores condiciones los han perdido a ambos, y bien empleado les está a esa banda de facinerosos: mi amiga acabó en otro hotel en el que de momento, se paga mejor seguro, y a la otra opción me lo encontré la semana pasada conduciendo el autobús que me lleva a casa; este recepcionista era nuevo del año pasado, y en diversos viajes me ha ido explicando jugosas anécdotas, como por ejemplo, que mi directora estuvo protestando el año pasado porque su puesto le fue ofrecido a Tulipán -nuestro holandés particular- antes que a ella, y que la tiparraca iba diciendo lo ofendida que se sentía por esa razón, como si se lo debieran, cuando la persona a la que sigue difamando, por cierto, sabe más idiomas que ella y hace gala de una serenidad envidiable, aparte de inspirar confianza y no emitir vibraciones dudosas que luego se revelan como las lógicas interferencias entre un exterior que se pretende risueño y apacible y un interior agitado por los tormentos de una monstruosa inseguridad, que la lleva a decir y hacer lo que sea para salvaguardar su patética meta en esta vida: mandar a diestro y siniestro, porque sí, porque yo lo valgo.

Sólo hay algo peor que un empresario, y es esta clase de persona, que es una definición que les viene grande, porque supeditar su existencia a un fin que justifica toda clase de medios es algo que la vida debería cobrarles con intereses, y no siempre lo hace, pero me gustaría saber que no duermen tranquilos, que no se respetan a sí mismos. Al menos eso.


Por todo lo sucedido este año, me he acordado muchas veces de aquella poesía de Brecht sobre gente a la que se van llevando sin que tú hagas nada, hasta que un día vienen y te llevan a ti, y debido al triste rumbo que ha tomado mi trayectoria laboral, se ha intensificado mi sensación de rabia e impotencia, el deseo de emigrar: en este campo de golf progresivo en el que se supone que vivimos, en el ensayo general del país de putas y camareros que prefiguraba Pérez-Reverte en el que piensan convertirnos los poderosos siempre han gobernado las derechas, entre el PP y diversos partidos comodín oportunistas, la gente incluso llega a aconsejarte, que bueno, puedes ser del PSOE, pero que no se te ocurra hacerte de IU, si aquí un comunista es visto como alguien ridículo y hay rumores de que si eres de Comisiones Obreras, sencillamente los hoteleros procuran no contratarte...de hecho, hace dos años, cuando hubo una huelga general, pregunté sobre apuntarse a un sindicato en mi empresa y el jefe de recepción me dijo que no me buscara problemas. Y cosas como comité de empresa y huelgas, pues ciencia-ficción, oiga.

En tiempos del Régimen, aquí la mayoría era falangista y un rojo, o estaba muerto o iba disfrazado de apolítico, como creo que ocurría con uno de mis abuelos, así que muchos eran falangistas por procurarse privilegios: es por ello que la mayoría de los que manejan el dinero son de ideología conservadora y si tienen más de cuarenta, vienen a ser como Fraga, machistas, racistas, fascistas y lo que haga falta. Aparte de la cantidad de abuelos que van comentando completamente en serio lo de qué bien que vivíamos con el Caudillo dichoso...y muchos jóvenes han heredado ese conservadurismo, han sido educados en él, sobre todo los mallorquines, no tanto los inmigrantes peninsulares más o menos establecidos y los hijos de turista desprevenida y mallorquín o viceversa.

Entiendo que algunos se sientan muy cómodos viviendo así, pero para eso hay que tener dinero, mucho, y claro, hay que obtenerlo de algún modo, y eso suele consistir en ganarlo a costa del sufrimiento de otros: muy probablemente bastaría con renunciar a un poco de lo que tienen para que otros vivieran dignamente o no se vieran sometidos a situaciones como la mía y otras peores, pero no, ellos necesitan su piscina y su Mercedes y otros imprescindibles; además, está toda la masa pequeño-burguesa que los envidia y tan sólo para aparentar, se endeudan hasta las cejas y se convierten en sombras materialistas sin consideración alguna hacia otros, capaces de vender a su abuela, ya no digamos a sus compañeros de trabajo.

Desde que trabajé para un facsímil de Imelda Marcos en Souvenirs Pinochet que no tenía tan poca ilusión por ir al trabajo: en realidad no me disgustaba, es muy entretenido y conoces gente diversa, no es como estar encajonado en un ministerio y acabar Bartleby perdido, por mucho que paguen, pero ya sólo quedan jirones de aquella sensación, sólo disfruto cuando puedo tener alguna conversación en inglés y es como entrar en otro mundo.

Todas estas traiciones me han dejado sin motivación para llevar a cabo esta labor de la forma acostumbrada, odio este lugar y lo servil y materialista de gran parte de sus gentes la mayoría del tiempo, todo palidece cuando otro mundo un poco más justo y más plural es posible, con razón no encontraba motivos para defender nuestra capital de las invectivas de Isabelo: y es que yo tengo aún peor opinión. Ya no la salvan ni las playas ni las galletas de Inca, los detalles simpáticos no hacen un chauvinismo cuando vives en la miseria moral e intelectual más limitada, esta isla es tan pequeña en todos los sentidos, que lo único que se puede cambiar son las cosas de sitio.

Ni se os ocurra venir a vivir a este reducto de fascistas solapados: después de casi treinta años de vivir en una especie de derivado de semi-franquismo pensando que era normal, sólo se me ocurre advertir al que se haya tragado la falacia de que esto es un paraíso...sí, pero como los pueblos del oeste de Hollywood, todo por delante, nada por detrás.

En el periódico, ponía hoy que habrá que reconvertir la hostelería, ya que el turismo de calidad se busca alojamiento por su cuenta o en hoteles de interior...pero no creo que me pueda quedar por eso, no puedo esperar treinta años más, porque acabo saltando desde el mirador de Formentor, como tantos hastiados de esta vida de esclavos de Europa. O al menos, así es como me hace sentir la idea de quedarme aquí y acabar como mi amiga del pueblo, encerrada en cuatro ideas básicas, en lo que para ella es una fortaleza y que yo sé castillo de naipes.

Voy a ser yo quién gane la partida, no ellos. Y si me tengo que ir del casino, tanto mejor.


Posted by xisca at May 12, 2004 6:13 AM
Comments

Me encantaba "Allo allo". De hecho, a mi blog le faltó el canto de un duro para llamarse "Café René"...

Posted by: Somófrates on May 12, 2004 10:12 AM

Antes de que lo piense nadie: ¡por mis muertos que yo no tengo nada que ver con esta evolución anarco-revolucionaria de la señorita Rincón!

Por cierto, cuando caiga en manos de las autoridades competentes, por alborotadora y subversiva, hágame el favor de no incriminarme (JOJOJO)...

Ya en serio, muy bien escrita la entrada; y sobre el tema laboral, ya conoces de sobra mi opinión.

Posted by: Isabelo on May 12, 2004 4:55 PM
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