Hace un mes y algo, una amable señora se vino hasta el mostrador de mi recepción buscando al más escurridizo de nuestros guías, que le debía un coche de alquiler que no había aparecido y un exterminador que se encargase de la secuela de Mimic que se había organizado en su chalet alquilado: cada día se encontraba con unas veinte cucarachas africanas de esas marrones y que vuelan, para más inri y más asco del personal.
Eso debía ser en junio, imagino: no deja de ser curioso cómo contrastan los modos de esta señora, aún teniendo de qué protestar, con los de los clientes que me han tocado en suerte este mes: son tres, un par de macarras cincuentones con tatuajes y cadenitas doradas y una veinteañera que según los pasaportes, no es ni su sobrina ni su hija...nada más llegar, bajaban cada cuarto de hora a gritarme diciendo que el hotel era una mierda, que lo iban a poner por todo el internet y que ya vería usted si fuese a Londres; puesto que pretendían que se lo diese todo gratis, amable petición a la que yo respondí que por mucho que gritaran y amenazaran no iban a tener más razón ni más derechos que otro cliente.
Curiosamente, aún no les he visto beber ni una gota, y el chófer que los había traído me advirtió que no les hiciera caso, que iban fumados y que eran traficantes de droga...empiezo a dudar si realmente era una broma.
Todo esto en fin de semana, con la moral por los suelos y con el director en la quinta china; no podía contar con nadie y a mis compañeros del hotel contiguo, que es dónde están realmente nuestras oficinas, también les chillaron lo suyo.
Además he tenido que aguantar a una niñata estúpida que viene a verlos con su silencioso hermanito y que a la imprecación de "One moment, please..." te responde que si no hemos venido a verte a ti. Por si esto fuera poco, intentan convencer a otros clientes de que se unan a su causa y no se cortan en pasar por delante del mostrador diciendo en voz alta que si estoy muy seria, que que chica más inútil y toda una suerte de comentarios destinados a mis oídos con no sé muy bien qué intenciones. Anteayer intenté hablar con el director de toda esta problemática, pero sigue missing.
Naturalmente, estoy bastante nerviosa al saber que tengo que aguantar esta situación durante semana y media más, por lo menos. Me preocupa lo que pueda hacerme una gente tan agresiva, sospecho que podría tratarse de delincuentes de algún tipo, dado su comportamiento chulesco y prepotente en general, y no me queda claro que es lo que buscan; los otros me han dicho que pase de ellos, que son los típicos listillos que vienen a ver si encuentran algo para denunciar y que las vacaciones les salgan gratis, que no vienen a pasarlo bien, sino a fastidiar.
Si el jueves se hubiesen cambiado de hotel, me sentiría muy aliviada, si no...en primera instancia, cada vez que vengan me saldré de la recepción y me sentaré en la ventana, así si les ocurre decir algo, todo el mundo les oirá tratando de minar mi moral. Espero que dé resultado, si no fuera así, me veo en el despacho del director día sí y día también hasta que se vayan.
El problema es que trabajo sola y en un espacio muy pequeño, si alguien intentara agredirme, no tengo escapatoria, para cuando los del restaurante se den cuenta ya me han golpeado o apuñalado...quizá estoy exagerando. O no en este caso, os aseguro que he visto de todo y si entre madre e hija se dan macetazos en la cara, que no van a hacerle al recepcionista.
Este problema aún pendiente de una resolución satisfactoria me ha hecho reflexionar sobre el año que viene: siempre que de veras vayan a cambiarme de hotel y no me dejen en la calle, espero tener más opciones de trabajo y más seguridad, porque ya pensaba que lo de tener miedo de ir al curro pertenecía a mi oscuro pasado en Souvenirs Hitler con Imelda Marcos y su gran talento para el acoso moral...soy consciente de que los apartamentos dónde trabajo se parecen más a Hotel Fawlty que al Hilton y que al ser el último año que se lo tienen alquilado a la hotelera, lo tenemos todo más cogido con alfileres que nunca, pero no me creo que esas personas no supieran a dónde venían. Eso de que los armarios son demasiado pequeños es la protesta más ridícula que he oído en estos tres años, y lo de que la habitación sea una sweetbox -caja de dulces o bombones- lo dudo mucho, estando ellos dentro...:P
En favor del resto de clientes, he de decir que a ellos tampoco les placen las tres sabandijas: la cosa ha llegado a tal nivel de virulencia que algunos bajan del primer piso a preguntarme cómo estoy y otros vienen a decirme que no me preocupe, que está gente esta loca, que el calor les fríe el cerebro.
Estoy deseando que vuelvan los alemanes. Incluso me conformaría con unos franceses, haré los cursillos que hagan falta, pero por favor, no me mandéis más personajes de Trainspotting.
Posted by xisca at July 30, 2003 5:24 AM