September 16, 2003

OVERBOOKING ESPIRITUAL

Some reception people could be a bit happier (younger one)

Sugerencia referente a una servidora en el cuestionario rellenado por esa aparentemente amable familia de pelirrojos irlandeses con cuatro niños a los que deseé un aterrizaje en el fondo del Atlántico...

Pues sí. En un primer momento se me llevaron los demonios y hasta pensé en escribirles una postal con el texto "Mind your own business, fucking bastards from hell"...si me sentó tan mal no fue tan sólo por la observación de que se me viera melancólica, sino porque llevo tres años en este puesto y no creo que sea por hacerlo mal y además sé que les atendí muy bien, fui especialmente amable con los niños e incluso me aprendí su apellido...que luego tu trabajo resulte cuestionado -me pusieron la puntuación más baja a mí en concreto, encima- sólo porque no puedes sonreír todo el tiempo, a falta de una eficaz lobotomía que te haga mantener la calma ante la vandálica y prepotente actitud de una parte importante del turismo británico una vez se ven aquí libres de cortapisas varias y toques de queda...vamos, es para empezar ya a verse "El resplandor" y "Psicosis" tomando notas.

A lo mejor ellos no se toman los cuestionarios en serio, pero la central sí. El caso es que me podrían haber hecho el típico discurso de si hay que poner buena cara a los clientes etc., si no hubiera hecho desaparecer las pruebas: que nadie se escandalice, se hace siempre que hay una alusión personal a algún compañero. No tienes porque aguantar una bronca de la magnitud que sea sólo porque una de esas inglesitas rubitas y altivas que nos creen los criados de su imaginaria mansión te coja manía porque su novio te sonríe demasiado, por ejemplo.

El otro día tuve una conversación acerca de este hecho con tres de mis compañeros en el hotel y acabamos negros, despotricando contra la madre y el tour-operador que los trajo y contando todas nuestras desventuras varias de este verano...la directora de los otros apartamentos hasta nos refirió cómo en una tienda una pérfida albiona se le quería colar en el probador y entonces ella armó tal escándalo que le hicieron un descuento. Dijo que hasta se hubiese pegado con ella, de ser necesario. Aportó tambien el pavoroso relato de cómo una de sus señoras de la limpieza casi acaba en el psiquiatra debido a que una familia se empeñó en que les había robado algo, y aparte de contárselo al resto de huéspedes, enviaban a sus niños a vigilarla cada vez que tenía que limpiar su habitación...ante cabronadas como ésta, me da igual si creen que me paso diciendo que algunos estarían más guapos en el fondo de la piscina.

Por alguna razón, esta temporada ha sido prolija en bastards diversos que nos han hecho la vida imposible alguna que otra semana; afortunadamente, sigue habiendo gente amable, representantes de esa parte del pueblo inglés más o menos normal y cabal, aunque sean los menos. Es curioso, pero suele tratarse de galeses y profesores de literatura, al menos, según mi experiencia.

El recepcionista que haya superado la Season 2003 sin acabar tembloroso en el despacho de un psicólogo ya es recepcionista para siempre, eso es lo que pienso.

Luego lo de ser happier, ser más feliz...una vez más, compruebo que esa melancolía oculta que a veces se refleja en el semblante y los gestos de forma inevitable, ya se sabe, todo el mundo tiene sus días, resulta molesta para los que sólo quieren ver júbilo y caritas sonrientes a su alrededor. A este paso van a meter a todos los tristes y/o similares en un campo de concentración.

Si me hubieran preguntado, les hubiera podido decir que mi expresión dolorida se debía a que tenía las tetas como melones y los ovarios como bolas de billar, debido al síndrome premenstrual, que en su oscuro y neblinoso país sirve de atenuante a la hora de cometer un asesinato. Los del restaurante hasta me podrían haber dejado el Collins que tienen en el cajón.

Ayer mismo vi una película inglesa, mira. Con Ewan MacGregor sin adulterar aún, un poco más joven y gordito, pero con su magnetismo de siempre y su mirada azul infinito de pícaro irredento: la hacían en la 2 y llevaba tiempo queriendo visionarla, se trataba de "Tocando el viento" de Mark Herman, sobre una banda de música de una mina que van a cerrar; era cine social, pero al ser británica, tenía más sentido del humor que una francesa, que suelen ser más reflexivas y descarnadas. El inglés es mi cine social favorito, por lo esperanzadas que me resultan sus conclusiones, sin restarles el realismo que pretenden este tipo de producciones.

Estaba bien, era graciosa y su final era en efecto, esperanzado, una pequeña victoria dentro de una gran derrota. Hace mucho tiempo, quería ver esta película por motivos erróneos y hubiese envidiado a Tara Fitzgerald que tocara el fiscorno tan bien, algo así me hubiese acercado a mi músico particular de algún modo.

Supongo que en esta ocasión, mis motivos ocultos no fueron mucho mejores, puesto que el pasado sábado, mientras controlaba si entraban ellos con mi amiga Lacey, para variar, me llevé la gran sorpresa de encontrarme con aquel clarinetista que tanto me apasionó años atrás, la única vez que me he enamorado de una forma excesiva, con ese tipo de obsesión que te lleva a querer renunciar a todo lo que puedas ser y a anularte a ti misma.

A estas alturas de mi vida me doy cuenta de que no fue muy sano, y que es comprensible que me rechazara, pero mi único delito fue declararme y enviarle una de esas cartas de "renuncio a ti porque te quiero tanto que si no me quieres me da igual": el resultado fue que tuve que aguantar que una novia adolescente que se echó un año más tarde no parara de mirarme mal y hacerme impertinencias durante un tiempo y que aún hoy, algunos años después, tenga que ver como él, su hermano y su amigo me echan una clara mirada despectiva -no creo que fuese para el camarero, yo estaba apoyada en la barra, a medio metro- y se van, como si yo fuera una psicópata. De mucho me sirvió dictar una orden de alejamiento perpetuo contra mí misma...no parece que lo entiendan.

Han pasado siglos y no dejo de recordar que esa fue la única vez que sentí algo parecido a lo que llaman amor, aunque fuese muy novelesco y fantasioso...después de ese fracaso, todos mis afectos han sido pasajeros, basados en una atracción más física que psíquica; ha habido intentos, pero no han sido correspondidos por diversos motivos. De momento, me conformo con lo que pueda bailar, que ya no me lo quitan, por mala vida que sea.

Y ya que hemos llegado hasta aquí, este sábado tampoco hubo suerte: ni moreno cabrón ni buenazo indeciso, ni rastro. Está claro que salen por otro sitio para ni vernos...yo ya no sé que decirle a mi amiga -se enfadó un poco, ya no le justifica tanto...eso es bueno para ella.- , no entiendo porque me dice que ya nos veremos, actuando como si todo fuese como siempre, y luego no aparece nadie. Esta semana próxima se supone que nos la jugaremos en serio e iremos a buscarles a ese misterioso pub en el que se esconden, y del que él le ha hablado a veces, como si quisiera que le buscara...en realidad, espero que todo se resuelva de una vez, aunque nos rompan la cara, moralmente hablando. A ver si así podemos cambiar de lolitos y meternos en otra misión de espionaje y seguimiento de estas, que molan y todo :P

Y encima vuelven los ochenta, es definitivo. Pero antes muerta que llevar calentadores, ya los odiaba en 1985 y no me los voy a poner ahora. Y los zapatos en punta ya saben dónde se los pueden clavar los modistos; puede que hasta les guste, conociéndolos...

Posted by xisca at September 16, 2003 4:54 AM
Comments

Tocando al viento es maravillosa, y con ese concierto de Aranjuez entrañable de verdad. Salu2 desde la puta roca.

Posted by: jlamotta2 on October 19, 2003 2:18 PM
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