Pues se nos ha muerto el hombre, ya ves. Uno de los mitos menores de mi adolescencia va y desaparece de una forma tan repentina como desafortunada, justo cuando estaba a puntito de sacar disco nuevo y regresar del olvido: uno de esos polvorientos vinilos prehistóricos comprados cuando era una quinceañera internada en un colegio de monjas es precisamente un grandes éxitos de su etapa no sé si ya ochentera, con una ilustración trasera muy casquivana para los nacionalcatólicos límites de mi señora madre, a la que recuerdo afeándome la conducta y diciéndome "Nina, no compris això/Niña, no compres esto." :P
Del señor Robert Palmer siempre aprecié su frenesí y su energía, en composiciones como la célebre Simply irresistible o la que da título a este post, una de mis favoritas de entre las suyas, junto con Some guys have all the luck y la preciosa She makes my day, en la que salía en el videoclip rodeado de violines; ésta no sé si sería una versión de uno de esos clásicos semidesconocidos de soul. Lo que sí puedo asegurar es que me gustaba mucho, que tengo pena de tenerla sólo en una de mis gastadas y obsoletas cintas de casette.
Y aunque esté feo decirlo en su entierro, me gustaba él, me parecía muy atractivo, sobre todo por esa mirada tan especial. Quizá sea un buena ocasión para conocerle más a fondo, y recuperar esas canciones y otras que pasamos de escuchar en su momento.
Hoy quisiera explicar algo más, pero aún tengo muy confuso cómo expresar los pensamientos de esta tarde, que he ido arrastrando durante toda la semana. Quizá mañana os encontréis con un añadido, quizá no.
Posted by xisca at September 30, 2003 4:00 AM