Mil de gótica y sin rastro de arañitas en la falda
Tras este vano intento de resarcirme de lo que no es sino una irremediable afotogenia crónica, emprenderé el relato de mi segundo alunizaje en los Madriles, esta vez en pleno Expocomic, con los muchos peligros que ello conllevaba, aún con la ventaja de gozar de la agradable compañía de cuatro encantadores caballeros andaluces durante unas tres agotadoras jornadas llenas de reencuentros, desencuentros, cafés, comidas, cenas, frikis y puede que demasiado martini.
No puedo evitar mostrarme de acuerdo con las teorías de Mr. Pleasant, precisamente uno de los caballeros antes mencionados, a propósito de cómo varía la percepción de los hechos dependiendo de si uno lleva narrador dentro o no: en mi caso es casi automático, puesto que llevo escribiendo cartas, diarios e incluso alguna que otra teoría sobre películas de Lynch en servilletas de bar desde el instituto por lo menos. Así que ya puede estar seguro de que a alguien ahí fuera le sucede lo mismo; aún recuerdo cuando me carteaba con el Sobrino de Fotogramas y ya no sabía si iba a ver las películas para disfrutarlas o para opinar de ellas.
En esta ocasión, no estuve tan emocionada como en la anterior, que era mi primer viaje y me pasé una semana flipando y tres días haciendo la maleta: esta vez la organicé en una tarde, si bien tampoco pude dormir bien, estaba nerviosilla por las especiales circunstancias en las que iba a alojarme -se suponía que mi compañero de habitación iba a ser un semidesconocido del sexo contrario, lo cual era un asunto peliagudo a la par que gracioso- , por volver a ver a unos y conocer por fin a otros y por ir sola durante parte del viaje, si bien sabía que no debía hacer caso de presentimientos absurdos, sin fundamento y sin perejil.
Me levanté a las cinco de la mañana para acicalarme convenientemente y después de tres siglos en el baño y un par de autobuses, estaba en el aeropuerto; nada más pisarlo logré recordar cuales eran los pasos a seguir para adquirir la tarjeta de embarque: teniendo en cuenta que ya eran las diez y sólo faltaban dos horas y media, decidí desayunar un bocadillo de jamón serrano, un agua y un café. Lo peor de la ausencia de un copiloto es que nadie puede guardarte las maletas y tienes que cargar con ellas tanto si quieres como si no. Al pasar los controles de equipaje me encontré con la sorpresa de que mi primo el político se venía conmigo, lo que se iba a una asamblea de municipios. Le dije que el Expocomic sería más divertido que eso :P
Además creí ver a Espido Freire o a un facsímil suyo; de todas maneras no tiene demasiada importancia, puesto que no me atreví a decirles nada a ninguna de las dos posibilidades. Es que como sólo he leído "Melocotones helados", pues me dió vergüenza, si hubiera sido Almudena Grandes, por ejemplo, igual me hubiese animado a expresar brevemente mi admiración por su obra. Tampoco me voy a llevar toda la biblioteca por si aparece un escritor en mi vuelo.
Fue una desagradable sorpresa descubrir que tenía que pagar por los tentempiés del avión, lo que eso significaba que había para elegir: te tocaba más zumo de tomate y la patatilla era cara y de bote; hice un estropicio con el zumo y las turbulencias, pero llevaba kleenex en el bolso en previsión de torpezas varias. El matrimonio de al lado se preocupó por mí y me preguntaron si me daba miedo volar, pero yo dije que no, que me gustaba. Me mareé algo, pero procuré distraerme con la maqueta de España que se veía bajo nuestros pies. Cuando bajé del avión me volví a perder buscando la salida, y al encontrarla vi que no había nadie esperándome, así que imaginé que debía llamar a Mr. Serandel; éste me indicó cómo llegar hasta su posición usando el metro, cosa que conseguí aunque dentro del vagón no las tenía todas conmigo, pensaba si me habría equivocado todo el tiempo.
Una vez en la superficie, empezó el show de "Dónde está Scully?", venga llamarles y ellos que me decían cosas como "Te vemos, te vemos... ah no, que no eres tú" para finalmente aparecer tras un quiosco, primero Serandel , que se parecía tanto a sus fotos que lo reconocí enseguida y a continuación el que resultaría ser el silencioso Quantum. Después se presentó Mr. Pleasant, que era incluso más mil de mono de lo que cabía esperar y todos juntos esperamos al Capitán Cocoa, cuya egregia estampa acabó por atisbarse en lontananza, como corresponde a un hombre de su vocabulario. Luego nos dirigimos al hostal, que estaba en un sexto piso, pintoresco por detalles como el ascensor disfrazado de antigüedad o lo informal de sus recepcionistas, pero acogedor: me hizo gracia lo mal cliente que puedo llegar a ser, hablando demasiado alto por la noche o saliendo de la habitación después de las doce del mediodía. Y el mostrador de recepción era aún más minúsculo que el de mis apartamentos, si bien sus llaveros estaban a años luz de los nuestros, destrozados por manazas británicos varios.
Tras dejar las maletas en las habitaciones, nos fuimos encontrando con urbanitas por el camino, ya que se suponía que habíamos quedado a comer a las tres, y ya eran las cuatro: finalmente nos metimos en un autoservicio italiano que no estaba mal, aunque alguien me afeó que me comiera la pizza con cuchillo y tenedor. Tuve ocasión de conocer a Mauricio, que resultó ser muy distinto a como lo había imaginado; es curioso, pero me pareció que tenía pinta de mallorquín, se parece a muchos amigos y conocidos míos. Hablé con Germán e Irene sobre algunos de los personajes de este weblog y de cómo era posible que se comportaran en mi ausencia ese mismo finde. Cómo curiosidad, destacaré que uno de los trabajadores del local sufrió un ataque epiléptico en la cocina y hubo que llamar a una ambulancia.
Aunque se ve que no presté atención a la discusión de política y argentinos que se sucedía justo a mi lado, estaban Towsend y EmeA, que por lo visto me los olvidé todo el tiempo ayer.*
Al salir de allí, se nos fueron añadiendo frikis de todo pelaje que nos marcaban el camino al Salón del comic, que para mí era como cualquier otra feria comercial, aclarando que soy más bien cinéfila y novelera, y que yo había venido a ver a comiqueros concretos más que al acontecimento en si, así que tampoco me importaba demasiado. No vi a Hulk , tampoco es que los supercachas me motiven, pero sí vi a Lara Croft, alrededor de la cual se agolpaban todos mirándola con ojos hambrientos...desde un punto de vista femenil, eso siempre es un poco terrorífico. Sinceramente, sólo le envidié la cintura, porque esos pechos rebosantes tienen que ser un incordio, a ver dónde vas con eso, o el cirujano se había pasado o en ese top llevaba todo el bolso. En este primer paseo no me fijé demasiado en nada, cada vez me dolía más la cabeza por el cambio de altitud y estaba empezando a aburrirme, aparte que aún no había tenido la oportunidad de ver a uno de mis urbanitas favoritos.
A alguien se le ocurrió quedar con Alf e irnos a un café cercano que era tan caro como sofisticado: no sé cómo acabé por tragarme dos caipirinhas y por fin vino Sark a vernos. Estaba un poco achispada y creo que hablé de la leyenda urbana** sobre góticos asesinados de forma grotesca que mi hermano me había contado no sé si por habérselo creído él también o por reírse o qué, el caso es que acabó por ser un cachondeo recurrente durante el resto de la quedada. Lo malo es que luego teníamos que ir a cenar en nada y no sabía si iba a resistirlo, dado el estado en el que me hallaba, entre la cachaça, el ron y el dolor de cabeza.
La cena fue en Foster's Hollywood, una especie de hamburguesería de lujo en la que departí más con los urbanitas que con los Callao Warriors, ya que Sark me separaba de ellos y quedé entre parejitas; además se produjo la llamada de mi madre, por lo que me puse a hablar en mallorquín con ella y Alf dijo "No se habla en la lengua de Mordor", aunque luego preguntaron a Mauricio y dijo que no me entendía mucho, ya que en Mordor había variantes :P
Luego volvimos al hostal, y tuvimos que decidir quién dormía conmigo: al final la elección quedó entre Mr. Pleasant y el Capitán Cocoa; al final elegí a este último porque el otro se me estaba poniendo nervioso y ya que él dijo que no tenía problema y yo tampoco, pues venga. Antes de que algún malicioso ponga en marcha su perversa imaginación, he de declarar que se portó como un auténtico gentleman las tres noches, aunque hubo alguna que otra bromita tipo "Bonito pijama JO JO JO" , fuimos muy buenos en el sentido más blanco de la palabra y entre nosotros sólo hubo una mesilla de noche.
A diferencia de Mr. Pleasant, yo sí pasaré a detallar los incidentes del sábado, que nos levantamos a eso de las once y nos metimos en un Starbucks, creo que el Capitán me dijo que tendría que haber pedido un café raro, ya que me conformé con un café con leche y un donut. Estaba muy bueno, lo que me fastidió que fuera todo de plástico y que hubiese que remover con un palito. Eso te hacía sentir un poco en una hamburguesería cutre, pese a lo bonito del lugar. No sé si fue antes o después del desayuno americano que fuimos todos a una tienda de frikis a comprar muñequitos para propios y allegados, y por el camino nos cruzamos a ese actor de televisión del que nunca recuerdas el nombre y que es esencial para que un viaje a Madrid sea viaje y no una chufa.
Luego nos dividimos, me quedé con el Capitán en la FNAC y los otros tres se fueron otra vez de tiendas frikis, en busca de merchandising diverso: pasamos tiempo en la planta de dvds, puesto que él buscaba "Pesadilla antes de Navidad" , que no encontramos. Por mi parte, me desmelené y me compré cuatro, empecé cogiendo "La ley de la calle" de Coppola, que para mi el Chico de la Moto sigue reinando :P y aunque a regañadientes por lo cara que era, seguí con "La última película" de Peter Bogdanovich, que es una de mis favoritas de toda la vida, la he querido demasiado para dejarla ahí en la estantería, el "Romeo + Juliet" de Luhrmann, otra que tal, y finalmente, "Eduardo Manostijeras" que lo dije y lo mantengo, "Se compra, porque es sagrada", el Capitán es testigo de tamaño arrebato. Igual después fuimos a la sección de música y me agencié tres cedés más de los Beatles, "Rubber Soul", "With the Beatles" y "Beatles for sale", con los que creo que ya tengo toda su primera época. Podría haberme comprado también "Let it be", pero soy una caprichosa. No nos metimos en la sección de Libros porque habíamos quedado en el centro del Universo a las dos, que no a las siete.
Otra vez empezaron a llamar gente para ver con quién comíamos o si nos íbamos por nuestra cuenta a comer...al final fuimos a un chino, pero EmeA estaba demasiado ocupado para reparar en que dos de sus pupilas, disfrazadas de Muerte, que no sé si será un Eterno de estos de Gaiman, concretamente Tanita y Yo_Verde, estaban escapando con nosotros. Así que escapamos todos a una franquicia italiana distinta de la del día anterior, Gino's, en la que nos quedamos un buen rato, y aquí si recuerdo lo que comí, lasagna de champiñones, que estaba bastante bien, aunque para mi gusto era demasiado salada. Tras la comida volvimos al Expocomic y conocimos a P. y a Joshua, que se hicieron una foto con Towsend , el Capitán y conmigo, que salí como salí y lo siento. Es que los flashes me pueden. Cómo los vimos un minuto, sólo decir que me parecieron amables, fue un detalle por su parte salir a saludarnos un momento, ya que no entramos ese día.
Además por fin fui incluida en la Galería de Levantamientos de Frikis del insigne EmeA y ello provocó la espontánea pero inducida imitación de Sark -"Eh, coge a Xisca", soltaron los Callao Warriors inocentemente...- , que también pudo con los que es posible que aún 58 kilos de tonelaje de servidora a pesar de todos los rebozados ingeridos durante mi estancia. Poseo pruebas irrefutables y afotogénicas de tales hazañas, pero no quisiera comprometer caretos ajenos sin su consentimiento.*
Luego empezó el estudio antropológico*** dedicado a la busca y captura de pijas con microfalda a un flequillo pegadas y pijos con pelo power y un rosario de caramelitos a modo de collar: primero corrimos por el metro -Serandel y Mr. Pleasant consiguieron hacerse una foto con un trío de ejemplares femeninos- en pos de una tal Patricia H. que era el ejemplar de más interés para nuestros intrépidos científicos por motivos inconfesables y a continuación esperamos su aparición y la de algunos amigos nuestros, Ana, Alf y EmeA que vino a zamparse unas tortitas de nata sin la menor indulgencia: ellos bebieron cerveza y yo me tomé un par de martinis, pensando que a lo mejor me tocaba a mí algun niñato de esos, si bien generalmente paso de treceañeros que se inventan trolas del quince en un foro de internet. De hecho, no me extrañaría nada que Patricia no existiera o fuera una mezcla de varias y sus hazañas diversas :P
Finalmente cenamos no se qué americanada y volvimos al hostal; un vez más tardé demasiado en arreglarme y llegamos a eso de las dos a la zona de marcha, todos de negro: justo antes de encontrar la quedada de un foro de cine en el que estuve tiempo ha tomando colacao con Sark, que es el adicto fundamental a tan nociva sustancia, apareció Porritas, tan mullido y acogedor como antaño, y me preguntó "Comantalevu?" a lo que yo respondí "Trevian" y ya no pudimos decirnos nada más, ya que el rubio tenía prisa y en el bar me encontré con un forero de entonces al que recordaba entre mis filas en una virulenta discusión sobre "Hannibal". Hablamos un poco de los viejos tiempos y de "Expediente X", una de mis antiguas pasiones más fijadas.
Tal como declara Mr. Pleasant, nos fuimos de bares, primero a un pub irlandés que nos cerraron a las tres o a las cuatro, obligándonos a pagar entrada en un sitio llamado "No se lo digas a nadie"; yo tampoco creo que se meta una allí con la idea de sólo charlar, por eso me bebí cuatro martinis, saltándome a la torera mis propias normas. En realidad, ya llevaba seis con los que me había tomado en el VIPS, fue una suerte que pusiera la cena en medio, porque sino hubiera dicho muchas más tonterías de las que dije. Al volver al hostal, no nos fuimos a dormir enseguida, en realidad nos quedamos hablando un rato, el Capitán y yo y nos dormimos a eso de las siete de la mañana, si no eran las ocho ya.
Al día siguiente, tanto Mr. Pleasant como Serandel y el misterioso Quantum se habían largado de vuelta a Necromálaga, de modo que a mí y al otro nos dejaron medio domingo de Expocomic y lo aprovechamos muy bien, aunque tuvimos que volver a pagar la entrada, si bien no volvimos hasta por la tarde, ya que antes fuimos a comer a un Burger King con casi todo el mundo. Un miembro mítico de Dreamers , -muy maja ella, la gracia que me hizo que declarara que en Smallville Lex era mejor que Clark porque se notaba que follaba...:P*- me dijo que si yo era "Scully", que era una leyenda O_O...bueno, si ella lo dice...Radagast intentó hacerme reaccionar diciendo algo sobre mi ciudad, pero yo no me puse en plan "Salou es mío" ya que realmente es un pueblo de mala muerte con ínfulas demasiadas veces, pero si casi no tenemos franquicias :P
Si no decía nada era porque era una comida multitudinaria de frikis y yo no sabía ni por dónde empezar, no porque no tuviera nada que decir: creo que después de esto estuvimos buscando un café que no encontraríamos hasta mucho después: antes de tan afortunado hallazgo, puesto que era domingo y había muchos cafés cerrados, estuvimos en la Expocomic y pude admirarla con más calma e incluso dejarme convencer para comprar el Fables, que trata sobre los cuentos de hadas, un tema que me interesa personalmente desde siempre y de forma especial si se trata de mis personajes favoritos, como Blancanieves y El Lobo, nada menos.
Fuimos a un café con Mauricio, Alf , Ana y el Capitán, aunque esta vez si que no me gustó demasiado, mi café vienés no me pareció que estuviese bueno en absoluto, por ejemplo.
Tras ese café, acordamos ir al Kinépolis, que eran unos cines como un aeropuerto y eso sin exagerar un ápice, a ver "Hero" y además antes comimos en un chino-japonés que había por ahí dentro y antes aún tomamos un café mejor en un bar; al opinar Ana que los weblogs eran pornografía emocional yo repuse que si tenía que cambiarle el título al mío le pondría eso de Pornografía emocional, y entonces el Capitán me aconsejó que le pusiera Pornografía a secas...en fin. Que va a seguir siendo la Luna de Valencia, que es dónde me decían que estaba siempre cuando era pequeña. Sobre la película, es una ilustración perfecta de la expresión "Todos cuentan la feria según les va en ella" y hubo quiénes no se la tomaban muy en serio; cuando salimos había niebla por todas partes y a Mauricio no se le ocurre otra que decir "Estamos mil de perdidos", provocando la hilaridad general. Ya de regreso en el coche , fui testigo de lo que he dado en llamar Filosofía Basura, puesto que Gallardón, al parecer, ha plantado un panel electrónico que va pasando citas y frasecitas en cada camión de la basura, no sé muy bien con qué objeto.
Finalmente, el Capitán y yo fuimos devueltos al hostal y caímos rendidos en nuestras camas: él se fue por la mañana, y al haber pagado ya y no ser las doce aún, en un arranque travieso, me fui a desayunar sola al Starbucks -probé el café blanco con nata :P- y a comprarles un par de cosas a mis hermanos en la FNAC, pretensión que me hizo llegar tarde a mi cita con EmeA, que me ayudó a encontrar un manga para mi hermano Pepe y colaboró en que encontrara por fin Ghostworld, que me hacía ilusión leerlo. Luego nos encontramos con Efedito y con Sark y pasé mis últimas horas en Madrid con ellos, comimos unas cervezas y un martini con aceitunas. Lamentablemente me marché con el tiempo demasiado justo y me confundí con el metro, perdiendo el avión y esperando cinco horas en el aeropuerto hasta el siguiente, con turbulencias, de noche y bebiendo un café que hubiese matado al agente Cooper.
He de añadir que me sorprendió la calma con la que llevé el asunto, ni palideces súbitas ni ojos llenos de lágrimas y angustia, sencillamente un ligero fastidio y una pregunta a la azafata con acento del Este, en respuesta a su sentencia "Esste vuelo ya está serrado", "¿Y entonces qué se puede hacer?"...hasta conseguí tranquilizar a mi madre por teléfono diciéndole "Mira, mamá, ¿me pongo yo histérica?", ya que para entonces ya estaba hecho, y no había nada más que hacer excepto llamar a mi hermano, el de la leyenda urbana, y decirle que si me hacía un hueco en su piso de estudiante hasta la mañana siguiente. El piso y los compañeros eran como una continuación apócrifa de The Young Ones , la mejor cutreserie de adolescentes de la BBC y muy probablemente de la historia, pero yo también estuve en ese Vietnam y estoy curada de espantos. *
Sobre los regalos para mis Simpson particulares, decir que acerté de pleno: a Pakito el Subversivo la visión de "Estúpidos hombres blancos" de Michael Moore, le hizo levantarse dando un salto mortal y exclamar jubilosamente "!!!QUÉ GUAY ¡¡¡", Pepe el Leyendas resultó que pensaba comprarse las Pesadillas de Otomo y mi hermana la Teresova no tenía Memorias del subsuelo de Dostoievski. A Homer y Marge les traje bombones suizos con los que entrenar sus dientes nuevos, aunque me riñeron por comprarlos en el aeropuerto...algo tenía que hacer para entrenerme las cinco horas, digo yo, aparte de buscar papeleras y descubrir mostrador de información mediante que no las había en todo el aeropuerto por motivos de seguridad.*
Tampoco yo me privé de libros de la FNAC, adquirí por fin un tomo bilingüe de la poesía de Sylvia Plath y Chicos prodigiosos de Michael Chabon, ya que Las Aventuras de Kavalier y Clay me agradó sobremanera en su día. Como colofón, mi colaboradora de aventuras sabatinas me envió un mensaje en pleno VIPS avisándome de que poseía una jugosa información sobre los Falleros de Cabronia, que no sólo siguen y siguen sino que han incluido un nuevo personaje en la trama...pero eso es otro post, el del lunes quizá.*
*Añadidos realizados a fin de remediar olvidos diversos, lo escribí de un tirón y se me pasaron algunos detalles.
**La leyenda urbana: mi hermano me contó que su novia gótica y algunos amigos suyos se hallaban muy alterados porque al parecer un amigo suyo había sido asesinado por skins de una forma francamente brutal: habría sido torturado en un zulo, violado con una navaja y obligado a beber lejía, siendo descuartizado y abandonado su cadáver en un contenedor posteriormente. No sólo aseguraban haberlo encontrado ellos mismos, sino que se suponía que no debía saberlo nadie para no alarmar a la población y que la testigo gozaba de protección policial y no podía contárselo a nadie. Al regresar y relatar a mi hermano todo lo que se habían reído con esa historia mis amigos del inet, miró a otro lado y no dijo nada. Si se trataba de demostrar mi credulidad, me parece un esfuerzo superfluo por su parte, habiendo salido tan Mulder como yo ni siquiera tiene mérito hacer tal cosa :P
***El estudio antropológico: según unos foros pijos que andan por ahí perdidos, ha surgido una nueva y floreciente tribu urbana exclusiva de los Madriles y de la clase pudiente que vive en Mirasierra y educa a sus hijos en colegios de nombres raros -entre trece y quince años tienen las criaturas- que presuntamente se dedica al fornicio continuo en fiestas en la piscina -sí, sí, hasta que no lo vea...- y a acudir al VIPS para continuar la fiesta en los baños. A nuestros científicos les interesaba acercarse a los especímenes femeninos de esta nueva raza de superpijos, concretamente a la mencionada Patricia H., cuyas habilidades querían comprobar in situ: les vimos de lejos con sus pelos power y sus pintas, aunque no les oímos decir que esto o aquello fuera mil de lo que fuese o que fueran la milk. Seguiré pensando que lo suyo es mil de inventiva hasta que se demuestre lo contrario.
He visto en otros blogs que la gente está soñando mucho, y a mí me ocurre lo mismo: al parecer en esta época de año la gente puede recordar mejor su actividad onírica por algún conjunto de factores diversos que ignoro y que muy probablemente sea investigado en algún documental de esos que no vemos nunca.
Hace uno o dos días, en una de esas noches en las que conseguí cerrar los ojos a una hora razonable, tuve un sueño que podría clasificarse en un imaginario fichero subconsciente como Pesadilla sensual: el escenario era blanco, entre el hotel Overlook y aquellos salones cegadores en Odisea 2001 y eso que a pesar de reconocer la maestría de Kubrick de siempre, nunca ha sido una de mis grandes pasiones. Siempre he preferido Lolita a las otras.
Yo trabajaba en aquel extraño lugar, en el que creo recordar que había clientes de edad avanzada paseándose, y mis funciones alli basculaban entre la enfermería y la recepción; el uniforme que llevaba puesto me llamaba la atención, pero solo me acuerdo de que era rojo y blanco, igual que el de mi jefe de recepción, que en el sueño ostentaba el mismo cargo que ocupa en la vida real.
En cierto momento, me sentaba con él en un sofá, en algún lugar oculto a miradas ajenas, y se ponía tan persuasivo que esa parte tan obvia transcurría de una forma previsiblemente satisfactoria, aunque fallaba la atmosfera que era erróneamente perturbadora, como de hospital en el que te van a dar una mala noticia, que es el ambiente habitual en mis pesadillas más eficaces, de esas que te despiertan e incluso te hacen gritar, como cuando eres pequeña y tienes terrores nocturnos. Me ha intrigado bastante, tanto por el protagonista, que sé bien el buitre que es, como por el escenario, que no parecía corresponderse con los hechos.
Siempre he pensado que los sueños son algo cuya función exacta sigue sin ser aclarada del todo, si bien antes creería que se trata de avisos subconscientes sobre aspectos ignorados de un problema o una situación que nos obsesione por no poder resolverla o causarnos especial inquietud que cualquier otra cosa, aunque en esta ocasión seguro que se trata de puro y duro entertainment o tenga que ver con el Inquilino Comunista llamando a la puerta. Esos rojos sobre blanco así me lo sugieren.
No es que sea una gran conocedora de la obra de Freud, pero he leído algunos diccionarios de la más variada índole sobre el tema, y no hay ninguno que me haya hecho tanta gracia como el de Derek y Julia Parker que tienen en la biblioteca del pueblo: a diferencia de otros autores como Peter Kolosimo, por ejemplo, mayoritariamente ominosos, ellos proponen que cada uno tiene sus símbolos personales e intransferibles, y que no tiene porque haber terribles presagios ni recuerdos traumáticos ocultos en nuestros sueños, no es algo necesario ni imprescindible.
Lo que claro, luego te salían con lo de siempre y se estropeaba todo, que si tenías que apuntarlos en un cuaderno y que te podían ser de ayuda para resolver problemas y bueno, como experimento podría estar bien, pero sería una de tantas supuestas soluciones mágicas que en realidad no conducen a nada, como consultar adivinos o comprar cristales para que te protejan: esto último se lo vi a hacer a un compañero de trabajo y tuve que hacer un gran esfuerzo para no hacerle una escena enmedio de la tienda de regalos.
Una cosa es tener dudas sobre temas de estos y otra bien distinta ir y creerse lo que sea a pies juntillas, la verdad. Incluso el escepticismo más convencido me ofrece dudas, no me apetece cerrar tanto la puerta aunque imagino que debe ser agradable estar tan seguros de todo.
Aunque no esté resuelto del todo, un millón de gracias al Hombrecillo Verde por representar a la perfección la eterna paella mental que se cuece en esta olla que se me va día sí y día también.
Cuando el barco llega a la ciudad
las mujeres salen y los hombres solos
bajan a los bares, y esa noche todo vale!
"Milonga del marinero y el capitán"- Los Rodríguez.
No sé si debería escribir esta noche, es noche de resaca emocional y paranoia: es uno de esos días en los que veo ataques personales hasta en la guía telefónica. Sólo debo tratar de recordar que no es cierto, que se trata de opiniones o ideas y que se pueden cambiar, siempre que no encuentres argumentos para defenderlas o se demuestren por si solas, o algo. Que no te definen necesariamente.
Y qué si soy obsesiva y ahora mismo tengo una obsesión un poco peor vista que el cine o los libros, tampoco pasa nada, mientras no me dé por hacer "¿Te enamoras o te lo inventas?", el programa de Xisca Verdín...que no, que no te lo creas, que mañana será otra obsesión. A ver de qué ibas a escribir si no, que estamos en La Luna de Valencia, que es así de momento, y que ya veremos dónde va a parar.
Ayer pasó algo realmente siniestro: al ir a coger una de mis faldas favoritas que quizá llevase demasiado tiempo encima del tocador, una semana o así, pues descubrí en uno de los volantes finales que la adornan una especie de nidito de algodón del que me saltó una arañita amarilla que me hizo soltarla y proferir un alarido, para luego volver al lugar de los terribles hechos, espiritualmente acompañada de Mulder y Scully, procediendo a cogerla con dos dedos y depositarla a toda prisa en el lavadero para tratar de librarse de la hacendosa criatura ahogándola...espero que haya dado resultado. Mi apreciada falda negra se halla en estos momentos en el tendedero, a merced de nuevos pobladores.
No me atrevería a calificarlo de mal presagio, pero marcó el inicio de un extraño sábado en el que se sucedieron hechos inhabituales del todo uno tras otro: primero tuve que esperar en un bar con cuatro viejos y unos killos perdidos hasta las dos viendo "El sargento de hierro" con café y donut porque mi amiga estaba en una celebración familiar multitudinaria y se retrasó más de lo esperado. Confieso que apenas presté atención a todo lo mascullado por Clint Eastwood o a la evolución de Cojones y Mariconetti , puesto que me hallaba echando humo, no del cabreo que no tenía derecho a tener, sino por la intensidad de mis remordimientos, que no cesaba de pensar que aquello sólo era el principio de todo lo que me iban a hacer pagar por ocultar datos estratégicos de importancia a mi mejor amiga en el exterior. El problema es que vuelvo a tener dudas sobre si esta amistad es real y tiene una base, o es que aún no ha despegado del todo, pero antes debemos relatar cómo transcurrió el resto de la velada.
Cuando llegó por fin a recogerme, resultó que había bebido algo y no paraba de decirme que no me preocupara, que me podía fiar de ella y que el conducir la espabilaba. Intenté creérmelo, pero sólo porque el viaje duraba minutos, que si no hubiera empezado a sudar, dado su sorprendente estado...así que dimos con nuestros huesos en nuestra ruta habitual y a las cuatro y media, cuando nos marchábamos ya, me giro a la izquierda y los veo a ellos apostados en la puerta. Y ellos me ven a mí. No sé quién se quedó más alucinado.
No me quedó otro remedio que saludarles y agarrar a mi escurridiza amiga del codo, que se me iba por la puerta ya, y aquí empezaron los fenómenos paranormales: no sólo nos saludó el buenazo supuesto sino que el moreno cabrón me saludó afablemente para mi gran sorpresa, eso sí, tengamos en cuenta que estaban solitos. Ni rastro de pandilla o rubia figurín posesiva.
Luego va y me deja media hora a solas con el resto de habitantes de Cabronia, con el pretexto de irse al baño. No sé si le pudo la emoción o qué. Primero nos reímos, y el buenazo supuesto no dejaba de mirarme a los ojos, aunque ambos bromearon conmigo a propósito de mi atuendo -que si iba gótica o de luto decían, suelo ir de negro para salir y ese día llevaba gargantilla- y me decían aquello de qué te cuentas, enseguida fue el buenazo y se atrevió a cogerme para bailar conmigo, afortunadamente me soltó antes de que apareciese ella. A continuación aparecieron unos bombones post-adolescentes que les plantaron un par de besos a cada uno y el buenazo no dudo en comentar otros tres que pasaron por allí...sí, iban fatal además. Se habrían bebido medio bar.
Entonces ellos parecieron intercambiarse los papeles, ya que si bien ella intentó pegarse a él bailando y yo inicié una conversación con el morenito después de meses de no hablarnos, el morenito se empeñaba en hablar con mi amiga, lo cuál causó el estupor de ambas, no hemos podido dejar de comentar esa singular iniciativa por su parte, y el buenazo no cesaba de mirarme y sonreírme de manera inequívoca, hasta el punto de hacer que mi amiga se volviese un par de veces a ver a quién estaba mirando de ese modo, lo cual hacía que ocultase mi rostro fingiendo unas risitas que no me apetecían demasiado, con el fin de no levantar sospechas de ningún tipo, y convertirlo en una especie de broma. Y pensar que el otro me puso la mano en el hombro y me susurró maliciosamente si me pasaba algo, que estaba tensa...O_OU
Entonces, de repente y sin avisar, dijeron que se iban a buscar una copa y regresaron media hora después, salieron un momento sin decirnos nada, aunque el buenazo levantó la mano en un gesto no sé si de Adiós o Esperad, si bien ese dilema dejó de importar cuando ella se empeñó en marcharse por una cuestión de orgullo más que de nada, aunque dejó varias veces el bolso de nuevo en el taburete aduciendo que debíamos esperar unos minutos más...finalmente volvieron a entrar, sin ni mirarnos, momento que aprovechamos para irnos a dormir definitivamente.
En el coche dijo sentirse decepcionada por la pasota actitud del buenazo, opinión que no dudé en aprovechar para decirle que era evidente que sólo iban a divertirse y que si nosotras queríamos lo mismo, pues bien, pero que si se pretendía otra cosa estaba claro que no podía ser. Pensó un poco y me dijo que así habíamos quedado bien, que no pensarían que somos unas cualquiera...algo que no me hizo sentir maravillosa precisamente, teniendo en cuenta que esta tarde me ha dicho que sabía que yo no hubiese dudado en largarme con el morenito una vez más, que claro que sí, pero bueno. No sé, podría pensar más lo que dice.
Estoy un poco cansada de que se me reproche veladamente mi actitud hacia las aventuras de duración variable, que son eso, aventuras. No trato de disfrazarlas de nada teóricamente más respetable, aunque acepto a regañadientes que otras mujeres hagan eso para protegerse o porque así duermen tranquilas. He tratado de sugerirle una vez más que están jugando con nosotras -es más, temo que estén intentando intercambiarnos, cosa que deberían saber que no conseguirán- y que debemos ser conscientes de ello, pero no me escucha y no puedo explicarle la conversación jamás de los jamases...además me ha advertido sobre mi viaje, que me esté quieta puesto que podría llamarme el de la cena romántica.
Lo malo no es que tú creas que se es mejor o peor -quizá habría que hablar de estar mejor o peor con una misma- es más bien encontrarse con que una presunta amiga tuya cree que tu vas por mal camino o algo, y no deja de estar ahí como ángel con sutil espada de fuego para indicártelo de la peor manera, sólo porque es otro fuego el que tú manejas.
Dan ganas de quemarse del todo.
Una vez más, y sin previo aviso, quizá por la inminente venida del Inquilino Comunista, algunos arañazos no acaban de curar y me enfado por todo y por nada, y luego me entran melancolías sin sentido. aunque todo vaya relativamente bien.
Tras una época de aventuras diversas y los subsiguientes tormentos de salón, parece llegar la calma, el aburrimiento, el tedio, la abulia...y eso que tengo un viaje la semana que viene. Pues así estoy, como Linus que se ha comido ya media mantita de pura angustia existencial de baratillo.
No me sienta bien callar tantas cosas importantes -es evidente que soy indiscreta, pero ni mucho menos lo he contado todo- y menos guardar secretos tan oscuros, al menos desde mi punto de vista.
Es posible que todas estas nuevas experiencias y el descubrimiento de que en la vida hay niveles y dobleces de lo más insospechado, y no estoy hablando sólo del tema que se supone que me obsesiona, sino más bien del tejido de la sociedad misma, que de repente es como si todo el mundo fuera Laura Palmer, de que si los encontraran mañana envueltos en plástico flotando en uno de nuestros musgosos y hediondos lagos artificiales iba a salir toda clase de mierda.
No creo que los martinis y una noche más vagando por pubs y expectativas vanas arreglen mucho esto, pero espero que me distraigan un poco de este injustificado mal cuerpo.
Cuando te dije que mis experiencias... bla, bla, bla, no te lo dije porque yo haya tenido una vida de juerga desmadrada y orgía continua, sino que la vida de la mayor parte de las personas de tu edad son la recreación de Sodoma comparadas con la tuya...
De El Comentario, informe correspondiente al post "Beatas Hazañeras, Inc."
En mis noches de asueto en uno de los mejores pubs de la ciudad, lleno de tardoveinteañeros y treintañeros hasta el techo, suelo escuchar esta vieja cancioncilla de La Frontera, si no me falla la memoria, y pienso en cómo han cambiado las cosas desde que El Duo Dinámico cantó "El final del verano" en mi Verano Azul particular; ahora leo ese comentario y soy yo a la que le parece divertido dedicar un post entero a defenderse de la acusación de ser una mojigata decimonónica, de misal y velo por lo menos...o quizá no tanto, puesto que conozco a alguien que ha resultado corresponder a la peor acepción posible en cualquier diccionario existente de esa palabra, mojigata. Y creo que no sólo es ella, que hay algunas más, especialmente de la generación un poco anterior a la mía e incluso de la mía propia. Pongamos entre los 27 y los 35.
En cuánto a la bonita comparación citada, ya no sirve para hablar de mí, pero me imagino qué pasaría si alguno la usara contra amigas y conocidas que aprecio y eso no deja de preocuparme. Es por eso que me pregunto dónde están los límites, cómo podría conseguir que saliera de alguien el deseo de cambiar y liberarse de tabúes e inhibiciones en la intimidad.
Para empezar, vivimos en un pueblo, aunque ahora sea más bien una pequeña ciudad costera; sin embargo, los jóvenes se conocen entre ellos más o menos y el moverse en un mismo ambiente finde sí y finde también hace que surjan curiosidades malsanas y habladurías, y al prevalecer cierto conservadurismo, las chicas deben andarse con cuidado y convertir su vida sentimental en una película de espías, si bien siempre te quedan los de fuera. Me alegra ver que a generaciones posteriores parece importarles menos.
Sin embargo, el auténtico problema lo tienen las mías, My Generation: primero creí que se trataba de una cuestión personal de pudor, que no se hablaba de ello pero se hacía lo normal...pero por informes del bando contrario, me ha sorprendido y alarmado comprobar que la evolución de algunas es escasa, por no decir nula, que en la esfera íntima de las relaciones presentan deficiencias a todos los niveles, incluso parece faltarles el natural interés que se le supone a cualquiera. Y eso después de los treinta.
No es que seamos aquí Mata-Hari tampoco, pero en fin, cosas como no querer quitarse la ropa y no colaborar en absoluto a la hora de la verdad, pues es algo que sencillamente no me parece aceptable para nadie, ya no por ellos, sino por una misma, por esa parte esencial de la vida que se pierden. Me estremece pensar qué les ocurrirá si se dan cuenta una mañana de que es demasiado tarde.
Cuando hablo de límites y libertad es porque me pregunto hasta que punto son respetables, cuando es necesario intervenir, y de qué modo puede hacerse eso, si bastaría con una charla o hay que seguir mirando a otro lado y esperar a que aparezca ese hombre paciente y enamorado que saque a las princesas de sus ataúdes.
Me temo que muchas de las excepciones en esa mayoría de gente de mi edad que anda por ahí ganándose una lluvia de asteroides provocada por iras celestiales, viven aquí mismo. Y me gustaría ayudarlas, pero no sé cómo ni si se puede o qué. Sólo sé que "Time is on my side" está empezando a dejar de sonar para muchas...
*Reflexión a posteriori, es decir post-comentarios.
Ya sé que citar ese comentario puede traer conflictos, pero permitidme al menos una pequeña broma malvada. No pretendo criticar a la persona que lo ha escrito, sino a lo que pone ese fragmento, porque tiene muchísimo que ver con la cuestión expuesta, si pensé en esa palabra cuando cierta persona me confesó lo que pasaba. Y me gustaría arreglarlo, y es terrible que probablemente tengáis razón y yo no pueda intervenir, y me tenga que quedar ahí de brazos cruzados mientras su vida transcurre y ella no se entera, no se da cuenta. Que no va a salirle nunca, que a lo mejor es solo que tiene miedo y no se atreve a hablar.
En efecto, no debería importar con cuántos y cuántas se acueste alguien, ni cuando, ni cómo, ni nada. Quizá esté obsesionada porque ahora mismo tengo varios dilemas de corte moral referentes a esta cuestión en la cabeza, y me cuesta mucho ponerme a hablar de series, libros o películas, ahora mismo me importa más lo que está sucediendo a mi alrededor. No significa que vaya a hablar siempre de esto, pero ahora estoy así.
Estaría bien que hablase alguien más del tema aparte de mí, más que nada para evitar que tantos sigan creyendo en mitos, mentiras y falsedades.
Primero tuve que decirles a mis amodorrados progenitores que me iba a cenar con una amiga en vez de con un amigo...no se me da bien mentir, sólo llego a frases sueltas y a callarme algunas cosas, configurando lo que son mis relatos selectivos de siempre. Esta vez el desafío sería mayor, ya que tendría que inventarme todas las respuestas y luego procurar recordarlas, en caso de que me preguntaran luego, cosa que he conseguido que no suceda.
Habíamos quedado a las nueve en punto, en la carretera: justo cuando la espera parecía tensarse, apareció un coche blanco que parecía buscar aparcamiento...me acerqué y al verlo, lo reconocí al instante: el gafitas pensativo de hacía dos sábados. Cuando me senté a su lado me di cuenta de que tenía unos ojos negros de mirada fría y severa, quizá por eso los recordaba como claros y azules, que es el color de ojos que me viene por defecto en la memoria, según errores cometidos con anterioridad.
Sin embargo, esta pequeña equivocación me hizo gracia, ya que por lo demás era tal como lo recordaba; tenía unas facciones angulosas pero agradables, el pelo corto y castaño claro y esa clase de mirada brillante y oscura tras unas gafas sin montura que me recordaba a otras que me habían apasionado en otros tiempos, no tan lejanos tampoco. En cuánto al resto, era ciertamente pequeño más o menos de mi altura, pero sólido y me atreveré a decir que bellamente construido...:P
Naturalmente, nos sentíamos incómodos, pero la violencia de la situación se fue apaciguando gracias a que él se puso a hablar precisamente de eso y yo le gasté la broma de que debíamos ir a cenar al puerto, que habría menos cotillas y más oferta. Por el camino no paraba de hacerme preguntas, pero en cuánto decidió a qué restaurante íbamos -en principio su elección no me convencía mucho, puesto que se trataba de un sitio muy conocido en mi ciudad, y caro además- pues me dijo que estábamos un poco cortados todavía, pero que el vino lo arreglaría.
Así que nos sentamos y yo elegí que el color del vino que tiene Asunción iba a ser blanco, si bien luego pedí carne, porque a mí la etiqueta me da igual y el tinto es el que menos me gusta. Él pidió pescado y decidimos pedir unos entrantes para entretenernos.
A partir de ahí, se desarrolló una conversación tan interesante como maliciosa y estimulante en ocasiones, que a veces se interrumpía con algunos silencios, que él aprovechaba para servirme más vino o piropearme de forma sutil, elogiando el colgante y los pendientes a juego que había elegido esa noche, el top que destacaba el verde de mis ojos e incluso señalar los rubores en mi pálido escote provocados por una calefacción demasiado alta.
En cierto momento, me sorprendió preguntándome si iba llamando guapos a todos los tíos a los que daba el móvil, cuestión a la que respondí que aunque llevaba unos martinis, lo que dije era lo que pensaba. A la pregunta de qué pensaba de los hombres dije que con el tiempo había llegado a pensar lo mismo que de las mujeres...si esto último no es mío, no me extrañaría en absoluto. Tengo la sensación de haber leído o escuchado algo parecido en algún sitio.
Sin duda era muy hábil -bueno, tenía 35 años, un dato que me desconcertó, ya que le ponía 27 como mucho- y supongo que todo aquel tira y afloja era para convencerme sabiendo que ya venía convencida, cosa que intentaba demostrar a mi manera, aunque lo más seguro es que se me viese venir, para variar.
Después de tanta charla, nos tomamos unos cafés y partimos hacia otra ciudad, a un café bastante elegante, nada de pubs estruendosos, en el que nos tomamos un martini yo y un vodka con naranja él...cuando salí del baño, sabiendo de antes que ya nos íbamos, nada más ponerme la chaqueta me dió la mano y empezó a acariciarme la palma, yo no la solté...y acabó por no dejarme en mi casa hasta las cuatro.
Ahora la pregunta es si habrá otras cenas, con él o con otros, y cuánto tendré que esperar, y si me devolverán la fe en el amor que efectivamente he perdido, es permanente, es oficial. Otra es si el Fallero Mayor de Cabronia y sus amigos desaparecerán más sábados aparte de éste pasado y otra más, si los pasteles siguen en la cocina, que Gretel aún piensa en ellos...
I'll tell you something.
I am a wolf but I like to wear sheep's clothing.
I am a bonfire. I am a vampire.
I'm waiting for my moment
"Temptation waits", Garbage.
Supongo que los intrépidos y pacientes lectores de este muchas veces incomprensible y obsesivo weblog recordarán las páginas que dedicamos a la dichosa sección de Holiday Romance, y sin duda alguna, se acordarán también de mi amiga, su interés, el buenazo indeciso, y su amigo, mi estimado moreno cabrón, el espionaje y la persecución, el auge, cénit y caída de la típica aventura veraniega que no te lleva a ningún lado, excepto a melancolías otoñales varias.
La razón por la que hago rememoración de tan díscolos personajes es por el inesperado giro que han tomado sus roles: mientras el morenito lánguido es besuqueado en público sábado sí y sábado también por la rubia figurín, en un progresivamente cómico intento de marcarlo como propiedad, el buenazo indeciso se revela como la Fallera Mayor de Cabronia, para mi gran sorpresa.
Tras un encuentro casual frente a su casa de verano, sita enfrente del hotel y mirando al mar, me invitó a pasar y a tomar algo, así como quién no quiere la cosa. Pese a una ligera sorpresa inicial por mi parte, me imaginé que por fin se había decidido a cantar de plano y aclarar de qué iba...estuvimos dos horas largando y bebiendo coca-cola -no acepté el vino ni la cerveza que se me ofrecieron en determinado momento- para descubrir que en efecto, mi amiga no le interesa ni en serio ni de forma esporádica. Que no quiere nada más con ella; tendré al menos la delicadeza de ocultar los motivos...en cambio parecía muy interesado en mí y en ciertas posibilidades, sobre las que correremos un tupido velo. No diré que no sufriera alguna que otra tentación ante aquellos ojos verdes, el trato agradable y un cierta tensión sexual no del todo resuelta, pero conseguí mirar a otro lado. Finalmente se ofreció a llevarme a casa, aunque se desvió aposta del camino y me decía aquello tan socorrido de "Adónde vamos?", con los colmillos relucientes asomándole...pero nada, dije "A casa" y decidimos que no le diríamos nada de la conversación y se le dejó a una servidora el marrón de convencerla para que se olvide de él.
Y luego se nos aparece el sábado con todos sus amigos y nos saluda como si nada, aparte que vino ese amigo que antes no nos hacía ni caso y me saludó efusivamente sólo a mí, desconcertándonos a ambas, a mi inocente amiga y a la culpable de todo esto. Si no le hubiera seguido la corriente, si no me hubiera dejado arrastrar a una de esas fantasías de enamorada adolescente que nada tienen que ver con el idiota que has idealizado... no me queda otro remedio que hablar y revelar al menos parte de la verdad, de la forma más suave posible, de algún modo. Ahora sólo queda elegir el lugar y la ocasión, antes de que sea demasiado tarde y ellos lleven a cabo sus siniestros planes, consistan en burlarse de nosotras o en llevarme al huerto sin importar que eso suponga la más que probable pérdida de una amistad.
Por otro lado, es difícil saber quién miente más, qué guardarse y qué decirle, cómo quitarle de la cabeza esa confusión eterna entre amor y sexo, fijada de la forma más convencional y represora en su mente...y si tenemos derecho a hacer eso, aunque sea sólo por su bien. Quizá sea demasiado tarde, aunque me gusta pensar que debido a lo arduo de llevarle la contraria en otros temas, nadie se ha atrevido a sugerirle que debería mover un poco sus ideas y adaptarlas a una realidad mucho más diversa de lo que ella cree.
Además, el viernes tengo una cena presuntamente romántica y parece que ni Hansel ni Gretel volverán más a la cocina...me parece que esta semana, la villana de este cómic pasará mucho tiempo pensando en la torre de su lúgubre mansión, con fondo de tormenta y el gato en el regazo, atiborrada de Frenadol.
*Reflexiones a posteriori:
Cómo era de esperar, ese comentario sobre si ella podría llegar a leer esto o no, me ha intranquilizado sobremanera, no es que no lo pensara antes, que alguien del mundo real acabe por leerse cualquiera de mis pasadas varias en foros y demás tiene un puesto de honor entre mis paranoias.
Supongo que sería fácil, se deja el inet y no se vuelve a escribir nada nunca más, o bien se apechuga con cualquier consecuencia negativa derivada de mis torpes metáforas y el claro exceso de pistas: me temo que si alguien leyese este weblog y me conociera, sabría enseguida que se trata de mí. Según quién fuese no me diría nada y según quién pues hasta me dejaría un comentario o algo peor.
La verdad es que había estado pensando en cambiar el post de hoy, en hacerlo más críptico pero no sé, tampoco me parece tan grave. Quizá si lo escribo aquí es porque no puedo comentárselo a ella, porque me da demasiado miedo y porque creo que le he fallado como amiga, debí ver desde el principio que ese tipo era tan "cabrón" como cualquiera de sus amigos o cómo yo misma, que sólo iba de rollos. Lo peor es que no creo que le cuente nada ya, es demasiado tarde. Tendré que inventarme algo, un día que surja el tema...siempre podría volver a hablar con él, ya que no está claro qué se propone, pero probablemente malinterpretaría eso a su conveniencia y volvería a la carga.
Quizá debería decirle que no se puede ser como ella en este mundo, que se acaba por descubrir que eso del amor parece ser que sólo es cierto el tiempo que seas capaz de creértelo. A raíz de nuevas experiencias, todas mis creencias sobre relaciones amorosas han sido cuestionadas y creo que finalmente despedazadas por la realidad imperante. Si antes pensaba que tantas canciones y novelas y poesías significaban que algo había de verdad, ahora pienso que probablemente sean todo mentiras bellamente elaboradas para justificarse, controlar los impulsos del personal o embaucarles a fin de que se casen un día de estos y proporcionen nuevos obreros a la maquinaria capitalista. Esa es mi última conclusión de momento, puesto que siempre quedará esa duda, sentada al fondo tomándose un café y esperando su turno.
No me malinterpretéis, no es que no la aprecie, es una buena persona, una chica simpática y agradable, es una amiga estupenda, aunque sea de ideas fijas: lo que no sabe es que algunas de esas ideas la están perjudicando en su relación con el sexo opuesto y de qué manera. Que yendo de bares tantos años debería saber al menos lo poquito que he aprendido yo en mi errática y escasita vida social nocturna...no sé hasta que punto tengo derecho a intervenir, pero ganas no me faltan. No sé, quizá se trate de dogmas incrustados hasta tal punto que me califique de guarra y pendón directamente y decida que no me habla más. Y quizá me lo merezca, a lo mejor se ha acabado ser una buenaza y voy camino de consagrarme como la Fallera Infantil de Cabronia.